viernes, 20 de diciembre de 2013

MOCO Y EL MOVIMIENTO

Moco tenía una cosita rondando en su cabecita
llevaba días dándole vueltas y vueltas, literalmente, tantas vueltas que el mareo era parte ya de su pequeño sistema

Dibujo Feto pintado por Delfina05 Moco se preguntaba hasta dónde llegarían las puntitas de sus deditos
de las manitas y de los piececitos...no veía demasiado porque aquello era espeso
así que, siguiendo el ritmo de aquel sonido repetitivo
pumpumpumpumpum … pumpumpumpum

comenzó con su baile, un baile torpe pero firme, estirando sus bracitos con fuerza
chocaron con algo sus manitas
y luego pumpumpum estiró sus piernecitas hasta que toparon sus piececitos con ese mismo algo...

Fuera de ese saquito, su mundo, su sistema...alguien sonreía e imaginaba cómo sería Moco y cuándo podría acariciar sus manitas y sus piececitos....



Imagen extraída de http://galeria.dibujos.net

domingo, 15 de diciembre de 2013

LA LUNA Y LAS HADAS

Moco abrió los ojos, grandes y redondos como dos enormes aceitunas
le gustaba imaginar que un día alcanzaría la luna desde su cuna
esa luna blanca, inmensa, con esas manchitas redondas que cambiaban de lugar
esa luna de madera, luna lunera...


Moco tenía la sonrisa sin dientes más maravillosa del reino
lo sabía todo el mundo que la había visto, e incluso quien no, a través de conocidos...


Un día el hada Ricitos le cogió entre sus bracitos y dijo:
“estos ojos tan hermosos, esta naricita tan pícara y esta boquita tan sonriente
no pueden tener en el mundo ni rival ni oponente”


Moco jugaba 23 de las 24 horas del día, la hora 24 la dedicaba a aprender más juegos,
mientras soñaba pensaba en maneras de conseguir alcanzar esa luna de madera...


El hada de las Pecas de Oro, lo observaba desde la distancia, y aún así podía distinguir cada gesto, cada movimiento que Moco regalaba, una vez dijo en voz alta, por si alguien la escuchaba:
“esos brazos tan rechonchitos, esa tripita tan blandita, esos ricitos tan graciosos, no pueden despertar en alguien más que alegría y gozo”

Esas hadas tan bonitas, listas y bondadosas, enviaban cada noche a Moco las mejores de sus sonrisas, y el pequeño, en su cuna, abría mucho los bracitos para coger cada una, las guardaba en su pechito, les daba el calorcito necesario y las enviaba a todo aquel que las necesitara...